Por Alejandro Carrera

Alejandro CarreraCon sólo realizar un seguimiento de la cobertura periodística, tanto general como especializada en negocios, se ve claramente que los directorios, y el governance en general, no son noticia en nuestro país. El gobierno corporativo que es a nivel mundial un tema hot  y tiene cada vez más visibilidad y relevancia, en Argentina es, sin ninguna duda, un peligroso pending.

En el plano internacional, el rol del directorio está en plena expansión y, al mismo tiempo, bajo la lupa. El directorio, como principal órgano de gobierno de la empresa, no necesariamente tiene mejor fama que en el pasado, pero nunca ha sido tan necesario su buen funcionamiento. Hoy se le pide, como a las empresas, que asuma más responsabilidades, que haga más cosas y mejor hechas. No sólo debe tutelar los intereses de los accionistas, sino el de todos los grupos de interés (stakeholders, según la literatura anglosajona), enfocándose en trabajar para la continuidad de la organización como forma primordial de agregar valor a la empresa. En el contexto latinoamericano se destacan los avances de países como Chile, Perú y Colombia, que ya han comenzado a discutir y a plantear la importancia central de las buenas prácticas de gobierno corporativo.

Si no fuera por el efecto ANSES, el directorio de YPF y la acción de la CNV, que bajo la pantalla de promover los principios del  buen gobierno corporativo busca irrumpir en la gestión de las empresas más importantes del país, el directorio estaría totalmente ausente de tratamiento como issue de management.

La Comisión Nacional de Valores (CNV), en mayo de 2012, emitió la Resolución General 606, que obliga a las compañías que cotizan en bolsa a dar cuenta del grado de cumplimiento del Código de Gobierno Societario, elaborado por la propia CNV, mediante un informe que acompañe sus memorias anuales. La RG 606, enumera también nueve principios con 22 recomendaciones como guías generales de actuación en el campo del gobierno corporativo. La realidad es que el grado de cumplimiento de dicho código por parte de las empresas es más formal que real.

En nuestra opinión, el directorio -entendido como responsable del buen gobierno de la empresa-, en general y salvo excepciones, está fuera de la agenda de las empresas en la Argentina. No es entendido, no es valorado y está absolutamente subutilizado. Basamos esta afirmación en las respuestas dadas sobre el cumplimiento de dicho Código de Gobierno Societario  por una muestra selecta del universo argentino: aquellas que cotizan en Bolsa.

Estas respuestas podrían ser consideradas una formalidad y cabría pensar que las empresas podrían tener alguna agenda oculta para los directorios. Esta duda se disipa cuando analizamos las respuestas dadas a los puntos 3.f y 11 vinculados a la capacitación y el desarrollo de los directores: se observa que, tanto la autoevaluación del directorio como la capacitación de los directores, constituyen una deuda pendiente. El grado de adhesión a estos puntos es medio y presenta grandes disparidades.

Existe un entendimiento erróneo acerca de la necesidad y tipo de capacitación del directorio y sus integrantes. Como síntesis, podemos mencionar: a) la mayoría de las empresas no piensa en el tema; b) algunas empresas ponen el acento sólo en el conocimiento de la industria y el negocio; c) otras dejan librado a los directores su formación entendiendo que no es problema de las empresas, sino que debe serlo de las personas de los directores; d) la gran mayoría no tiene un procedimiento concreto de autoevaluación de la marcha del directorio ni hacen nada que se le parezca; e) en ningún caso se menciona la necesidad del desarrollo de las competencias específicas para el trabajo como director y qué se espera de un director en términos de actitudes y comportamiento. A confesión de parte, relevo de prueba… Y es muy preocupante.

Por todo esto es que desde la Cátedra entendemos que se deben redoblar los esfuerzos para instalar el tema en el debate empresario.

Hoy, los héroes (o los villanos) son los CEOs: copan las primeras planas de las revistas y publicaciones especializadas, se compilan rankings y nominaciones para ver quién se lleva el galardón anual como mejor CEO. Esto es muy bueno. Sin duda, el número uno tiene un rol muy importante en el destino de la empresa. Pero si “YO” fuera directorio, estaría un poquito celoso.

Quizá, sea necesario complementar esta puesta en valor del CEO con otra acción similar de puesta en valor del DIRECTORIO. Entendemos que sería una muy buena contribución al bien común que se obtendría por una sustancial mejora en el gobierno de las compañías. La empresa, como institución social, está llamada a cumplir un rol cada vez más protagónico y  debe, por lo tanto, ser mucho más valorada y entendida. ¿Qué mejor que comenzar por el directorio, responsable del buen gobierno de la empresa y de su continuidad como comunidad de trabajo creadora y distribuidora de riqueza?