Por: Alejandro Javier Rosa

 

Durante siglos la correspondencia fue una vía de comunicación e intercambio de ideas entre las personas. Cuando se podría suponer que ese formato había perdido vigencia, al menos en el mundo del Gobierno de las Organizaciones, una serie de cartas se han transformado en el último tiemó en el elemento más importante de construcción de agenda en la materia. Son las cartas que los mayores fondos de inversión del mundo envían anualmente a los CEO de las empresas en las que invierten, transmitiéndoles su visión sobre las tendencias que deberían considerar a la hora de formular su dirección estratégica.

En las últimas semanas tomaron estado público dos de las más significativas cartas anuales, las correspondientes a BlackRock, el fondo de inversión más grande del mundo, con más de 6 billones de dólares en activos administrados (equivalente un tercio del PBI de Estados Unidos o más de 10 veces el de Argentina), y a State Street Global Advisors (SSGA), el tercer mayor administrador de activos a nivel mundial.

En su Carta a los CEO de este año, Larry Fink, CEO de BlackRock, les pidió a las compañías que se “comprometan con un enfoque de crecimiento de largo plazo considerando que la fragilidad del ambiente de negocios actual podría ser una tentación para comportamientos cortoplacistas”.

Retomando un tema que ya había tratado en su carta de 2018, también recordó a los CEOs que “los grupos de interés están pidiendo a las compañías que se involucren en temas sociales y políticos sensibles, especialmente porque ven que los gobiernos no los resuelven de manera efectiva.” Anticipándose a respuestas que esgriman que pretende cargar a las empresas de responsabilidades que no les aplican, Fink agrega que “las compañías no pueden resolver todos los problemas de importancia pública, pero hay muchos de ellos – como los temas de pensiones o la reconversión de los trabajadores para los trabajos del futuro – que no pueden ser resueltos sin el liderazgo de las empresas.”

Su carta de este año también pone foco en la relación entre propósito y resultados. Las compañias que cumplen con su propósito y responsabilidades hacia los grupos de interés obtienen recompensas en el largo plazo”. Es importante no perder de vista que los millenials ya representan un 35% de la fuerza laboral, y que este grupo tiene nuevas expectativas sobre las empresas a las cuales compran productos y servicios, para las que trabajan o en las cuales invierten.

Al final de su carta, Fink anticipa cuales son los compromisos prioritarios sobre los que harán seguimiento durante este año en las empresas en las que invierten: Gobierno de la organización, diversidad en el directorio, riesgos ambientales y gestión de recursos humanos.

En el caso de SSGA, la carta anual enviada a los directorios de 1.000 empresas de los seis mercados más importantes en los que opera, indica que la cultura organizacional será uno de los tópicos principales al que preven dar seguimiento en 2019. La carta también destaca que la cultura organizacional es un creciente generador de valor intangible respecto de la capacidad de la empresa para ejecutar su estrategia de largo plazo.

En otro pasaje interesante, la carta de SSGA a los directores de empresas indica que si bien SSGA reconoce que la supervisión de la cultura es una responsabilidad de la gerencia, creen que debe ser un tema de preocupación para los inversores. Por ello, les anticipa a los directores que será un tema de discusión en las reuniones que mantendrán con ellos en 2019.

“De hecho, hemos encontrado que los directorios a veces fallan en asegurar adecuadamente que la cultura esté alineada con la estrategia. Esto es aún más importante en situaciones de crisis o cambio, como la transición a un nuevo CEO, fusiones y adquisiones o redefinición del negocio de la empresa. Son puntos de inflexión en los cuales esa falta de foco o problemas culturales puede demorar o inclusive hacer fracasar el logro de objetivos estratégicos” escribió Cyrus Taraporevala, Presidente y CEO de SSGA.

Ambas comunicaciones nos demuestran la voluntad de los inversores de influir de un modo tangible en la dirección estratégica de las compañías en las que invierten. La naturaleza concreta de los temas planteados, del mismo modo que el lenguaje utilizado y el énfasis de los conceptos, distan mucho de tener un carácter meramente formal o propositivo. Estas cartas son una manifestación de principios y, al mismo tiempo, un llamado de atención de parte de los inversores que ni los CEO ni los directores pueden desoír. Se han posicionado como un faro para la contrucción de las agendas organizacionales y, en definitiva, están marcando el ritmo de las tendencias mundiales en gobierno de las organizaciones.