Por Alejandro Rosa

La oficina corporativa está a punto de sufrir una importante renovación, en un mundo reestructurado por la pandemia. Según el sondeo que PwC Argentina ha realizado entre casi 200 empresas, un 97% de las empresas nacionales ha implementado el trabajo remoto, el 34% ya definió que adoptará un formato mixto tras la pandemia y solo un 7% descarta hacerlo tras el fin de las restricciones sanitarias.

Existe una percepción de que todos se benefician con el teletrabajo: los empleados evitan largos desplazamientos y pasan más tiempo con su familia, y los empleadores tienen acceso al talento independientemente de dónde se encuentren, mejoran su resiliencia a través de una fuerza laboral distribuida y reducen los gastos al optimizar el espacio inmobiliario ocupado. Incluso es beneficioso para el medio ambiente gracias al menor tránsito diario de personas, menos viajes de negocios, calefacción y acondicionamiento del espacio.

La visión que predominaba hace solo unos meses mostraba a la oficina como un activo estratégico para atraer a una nueva generación de trabajadores ubicados en áreas urbanas, con diseños de espacios abiertos y otros destinados al ocio. Existía también un cierto prejuicio entre los líderes respecto que los empleados no podían ser productivos fuera de la oficina. La realidad ha permitido que esa idea sea abandonada, o al menos se han flexibilizado esos puntos de vista, ya que ha quedado claro que el teletrabajo puede ser efectivo.

Como dijimos, muchas grandes empresas han anunciado su intención de permitir que en el futuro los empleados trabajen desde casa, al menos parte del tiempo. En consecuencia, la función de la oficina corporativa y el espacio físico están bajo la lupa.

Si bien los beneficios del trabajo remoto han quedado demostrados, también es cierto que la oficina continúa siendo un lugar esencial para que los colaboradores socialicen con los miembros del equipo y sientan que son parte de la organización Ese es el gran desafío que tendrán que afrontar de ahora en adelante los líderes: lograr un equilibrio entre la utilización del trabajo remoto y la vuelta, al menos parcial, a la oficina, de modo que permita continuar construyendo la cultura organizacional, basada en los valores y el propósito que definen a la empresa.

La oficina del futuro será principalmente un espacio para la colaboración, así como de generación de vínculos a nivel comunidad. Aunque algunas tareas requieren espacios de trabajo individuales, los mismos se reducirán y se transformarán en posiciones sin asignación fija. Para que cumpla con su nuevo y más específico objetivo de permitir la colaboración y la construcción de vínculos a nivel comunidad, se avecina un estilo diferente de oficina, una importante reestructuración.

Las salas de reuniones fomentarán la colaboración ad-hoc de dos a cuatro personas, algunas serán quizás algo más grandes para trabajar por proyectos. Algunas de esas salas más grandes estarán destinadas a reuniones de toma de decisiones. Estos espacios de colaboración estarán equipados con herramientas y tecnología para mejorar la experiencia y la productividad del trabajo en equipo.

El plazo para lograrlo no es tan largo, podría ser de dos a tres años, para planificar el nuevo espacio, encontrar sitios renovados, reestructurar las oficinas para las necesidades de la empresa y realizar la transición. El momento de comenzar a planificar es ahora.