Por Alejandro Marchionna Faré *

Después de mi artículo en el Nro 83 del newsletter de la Cátedra, volví a oír “Cri… cri”.

Resolví hacer un llamado a la solidaridad a través de mi perfil de Linkedin, donde postée las preguntas que me hice y que hice a mis lectores.

Al cierre de junio, había registrado más de 3100 vistas de ese nuevo artículo: impresionante. Pero recibí sólo 14 “likes”, 1 “aplauso” y 1 “idea genial” – aparentemente pocos para los estándares de otras redes sociales, pero no salí a protestar porque mejor esto que el silencio absoluto. Me reconfortó haber recibido 15 comentarios. Esto me motivó a retomar la pluma (naftalina!) y a escribir este nuevo artículo.

El primer comentario de un exalumno me señaló que “en estos tiempos de pandemia… es clave el conocimiento común de los directores y cierta practica previa en el uso de herramienta”. Se debería haber trabajado previamente en el conocimiento de los nuevos ingresantes con los directores ya en funciones para asegurar un nivel de dialogo común aceptable entre las partes. “Por otra parte teniendo en cuenta lo sucedido evaluaría si las decisiones adoptadas del caso en particular están cargadas de emocionalidad”. ¿Emocionalidad en un Directorio profesional?

El segundo comentario vino de un exalumno mío (¡y de mi madre!) que sugirió que se fijara de antemano que “todo participante debe tener la cámara prendida; siempre es importante el lenguaje corporal” y recomendaría que las reglas “se asemejen lo más posible a una reunión presencial”.

Otro apreciado exalumno escribió desde Suiza que “hubiera pedido, antes de la call, a los 9 participantes de mantener video encendido y en « mute » mientras no hayan pedido la palabra y establecer que el presidente decide quien toma la palabra y cuando”.

Otro exalumno sostuvo que quien “debe cerrar formalmente el acto en las reuniones grabadas debe ser el síndico”. También que se debería entrenar al presidente y/o secretario de Directorio en el uso de tecnologías de reuniones virtuales. Y “aunque parezca exagerado invocar al inicio de la reunión el carácter de cada uno de los participantes y mostrar el DNI a la cámara de ambos lados”. Las formalidades son más significativas en este ambiente.

Otro comentarista observaba que las reuniones via Zoom u otra aplicación se han convertido en “juguemos a la oficina, pero remotos”. Antes de la pandemia en las “conference calls” muchos atendían pero pocos participaban: un Zoom “no compromete”. “Todos deben atender y estar con sus video y micrófonos abiertos, ya que es una muestra de respeto y atención”. La cortesía no tiene por qué desaparecer al virtualizarse la reunión.

La consultora y coach Cristina Mejías me consolaba diciendo que en las redes predomina el “LIKE” pero se hacen pocos aportes útiles y observaba que “el Presidente debería hacer un resumen al cierre”. Éste último consejo, lo seguiré yo al final de este artículo.

Otro exalumno apuntó que “hay que mitigar lo artificial y reforzar el realismo. Cámara encendida todo el tiempo. El micrófono es artificialmente amplificante: off.” Hay que señalar que las decisiones son efectivas y que es un peligro llamarlas reuniones virtuales. También apunta que “la falta de su contexto físico estándar (y, en cambio, el doméstico) desenfoca involuntariamente funciones de atención e inhibición: caras, bufidos.” Pero no queda claro que el exabrupto haya sido por la condición remota. Incisivamente comenta “el exceso de formalidad y regresión a la casa segura «catedrática» huele a estrés de principiante”. 

Finalmente, una exalumna al cierre de la edición hizo un meduloso análisis. “¿A qué efectos necesita el presidente compartir? ¿Qué busca? ¿Consenso? ¿Apoyo? ¿Ideas?”. Destaca también la voluntad de actualización del Directorio, más allá de la edad de sus miembros – todos supieron y pudieron conectarse correctamente. Y dispara una serie de observaciones y preguntas:

  • Las cámaras apagadas son el equivalente a la reunión a que los directores estén chateando mientras se realiza el debate. El mensaje no verbal también es importante.
  • Armar una lista de oradores y atenerse a ella resulta poco flexible y colaborativa, podría perder la oportunidad de escuchar una gran idea sólo porque no estaba anotado para hacer uso de la palabra.
  • Si el presidente convoca el tema porque quiere COMPARTIR algo, no parecería lógico que ahora decida silenciar todo y seguir al próximo punto.
  • ¿Indisciplina? ¿Es un cuerpo colegiado o es un grupo de alumnos con un profesor autoritario?
  • El presidente debería haber traído a la reunión la mejor alternativa del management y eso ser objeto de debate, si no se llega a una solución superadora que vuelva a la alta gerencia para que reformule según los parámetros debatidos en Directorio.
  • ¿Cómo es que llega a debatirse en plenario una propuesta que tenía razones de MUCHO peso como para ser rechazado? ¿Faltó análisis, no se hizo la consulta previa con las áreas técnicas? ¿Por qué el presidente consideró adecuado elevarlo a plenario sin esas conformidades? Así como está, nunca debió haber subido a Directorio.
  • ¿Qué argumentos se dieron en el Comité de Auditoría que no lo vieron viable?
  • Me parece que el hecho de que el presidente haya reconocido la necesidad de mejorar el proceso de la toma de decisión es un avance, pero preocupa que si ve endeble su equipo y él es el CEO pueda cometer errores en la administración que será difícil salvar a futuro. Necesita formación como director. 

¿Quise input? Lo tuve. Menos mal…

Pero llega el momento de mis comentarios finales de síntesis. 

  • El conocimiento mutuo y el contacto personal deberían reducir la ocurrencia de desconfianza y sospechas. No deja de ser fundamental una inducción al Directorio para los nuevos que se incorporan, quizás más aún dada la virtualidad de las relaciones a tejer.
  • La cámara encendida muestra que uno está focalizado en la actividad que está haciendo, y que no solamente da quorum. Recuerdo que hace años este aspecto nos mostraba a los presentes que los directores en remoto no tenían el menor interés por lo que pasaba en la reunión. 
  • Es también una muestra de cortesía y respeto, conductas que tienen aún mayor valor dada la condición virtual y remota de nuestras reuniones de hoy.
  • El respeto por las reglas y por las formalidades, más allá de cumplir con las reglamentaciones, es otro factor de concordia y aglutinación de voluntades en estos ambientes virtuales. Escapar por un rato del ambiente doméstico en el que estamos operando casi todos en este momento.
  • Una síntesis final favorece el acuerdo entre los directores, ya que esta actividad virtual puede dificultar en muchos de ellos la documentación personal que lleven de la reunión.
  • La serie final de preguntas marca que las reuniones virtuales requieren una preparación y una consideración aún mayores que las reuniones presenciales.

El desafío resultó finalmente desafiante. Y las respuestas permitieron cerrar e interpretar el caso (mezcla de fantasía y realidad) que plantée tanto en el número 81 como en el 83.

¡No será el último desafío!

 

* Presidente de Integra Negocios. Miembro de la Cátedra PwC de Gobierno de las Organizaciones del IAE Business School. Secretario de la C.D. y presidente del Comité Académico del Instituto de Gobernanza Empresarial y Pública (IGEP). Graduado de los programas DICA I y DIEPE I del IGEP. Fellow y Chartered Director del IoD (Gran Bretaña). MBA (Harvard), Doctor en Dirección de Empresas (UCEMA).